En casa en este verano caluroso, he tardado un rato en enterarme donde estoy.
726.9 km in 12:05:50 (60.1km/h)
Cuando buscaba el nombre de la localidad, en la web me decía que era de Canadá, pero no ando tan lejos. Estoy en “Saint-Alexandre”, una comuna francesa situada en el departamento de Gard, (región de Languedoc-Roussillon, Midi-Pyrénées).
En viaje, simplemente hice la maleta y empecé a andar.
En realidad no me importa mucho donde estoy. Solo sé que voy para España y que hoy atravesaré los Pirineos…
… y que las carreteras son muy chulas.
Sí que me apetecía un café. Pero hasta las 11:30 no pude tomar nada. Puede parar en un pequeño bar pasado “Saint-Jean-de-Ceyrargues”.
El bar tiene el nombre de “San Mauricio” aunque nada recuerda el santo en el bar. Una curiosidad sobre el santo es que muchas veces se le representa negro por lo que entre otros es patrón de los tintoreros.
A veces los viajes pasan cosas curiosas como ver este vehículo articulado de un circo circulando por pueblos y carreteras estrechas. Adelantando esto o algún camión noto patinar el embrague de la Honda y me recuerda mantener una conducción suave para conservar la mecánica.
Otra cosa también curiosa es la combinación de protección y calor. En algunos tramos he sujetado la chaqueta con el pulpo. Es mala idea no circular con protección pero en tramos despejados quita bastante el sofoco del calor.
Pero aunque suelo llevar crema solar, el sol se pega de lo lindo y coges un curioso moreno.
En un breve tramo de autovía A-750 cerca de “Montpellier” las nubes empiezan a advertir. La carretera me envía directo al agua luego en una curva me aparta, luego me lleva, … las nubes le siguen el juego.
Al final se queda en un chaparón leve que resulta hasta refrescante. La práctica totalidad de los tramos son de secundarias y aunque hay radares bien señalizados, llevo la velocidad legal y no me afecta mucho al ritmo de marcha.
Paso por el “Parc Naturel régional de la Narbonnaise” (un amplio complejo lagunar a orillas del Mediterráneo) y aunque voy por la carretera por bonitos pueblos, se aprecia su belleza natural.
Ya entrando a la región de los “Pirineos orientales” por la D-900/A9 la carretera va paralela a la vía del tren. Por toda Francia, el tráfico ferroviario se nota mucho mayor que en España.
Dejo a un lado “Perpignan” y me desvio en dirección hacia Andorra y España.
Llegando a “Vilafranca de Conflent” (pequeña villa medieval con una fortaleza llamada “Fort Liberia” para proteger la ciudad) el paisaje se torna montañoso.
Google maps ya lo pone de color verde…
…y se nota.
Y hay curvas “pa hartarse”.
Y rectas, …
Esto gusta mucho más que los tramos de autovía de la ida así que el viaje no se hace pesado.
Llegando “Hix”a por la N116, sé que falta poco para España que ya van dando ganas de llegar a “casica”. He tenido que ver el track para saber dónde estoy mientras escribo esto, porque durante el viaje solo siento curiosidad y disfruto a cada kilómetro.
Aunque sigo en Francia (luego mirando en la web veo que estoy en “Bourg-Madame”) sé que falta poco. Me queda poca gasolina y veo un rústico surtidor donde reposto en previsión de que no haya más.
Mientras hago una paradita miro los carteles y me doy cuenta de lo cerca que estoy de la frontera.
Estaba solo a 250 metros de la frontera…“Puigcerdà” y a 300 metros de una gasolinera española como cualquier otra.
Entonces viene un tramo de rectas preciosas en las que se ven algunos grupos de moteros.
El cielo se va poniendo gris pero no llueve de momento. Empieza a llover levemente y la adherencia del asfalto se vuelve dudosa. No sé bien si va a apretar o a parar, pero sigo sin sacar de la mochila el mono de agua (es un coñazo).
Llegando a la “Seu d´Urgell” me apetece parar a comer y dejar de paso que la lluvia se vaya (si quiere).
Veo un camping al pie de la carretera y tengo buena suerte se come muy bien y barato
Después de comer sigue nublado pero espero no tener que ponerme el mono de agua.
Aunque me cae un fuerte chaparrón es breve y parece uno de esos de montaña de esos que al entrar a un túnel te mojas y al salir no.
… más o menos es así y sigo camino.
Pronto cesa el agua y vienen un montón de rectas donde los 110Km/h se llevan estupendo y resulta tentador saltarse el límite.
Llegando a Peñalba el cartel del Toro de Osborne me certifica que ando por España.
Como curiosidad es sobre este toro (en Peñalba, Huesca) donde se rodó una escena de la película “Jamón, jamón” de Almodóvar (con Penélope Cruz y Javier Bardem). Muy poco después encuentro otro toro, esta vez en Pina de Ebro (Aragón).
Y más rectas y rectas…
Me vienen bien porque si llego a Belchite y quiero ver el viejo Belchite los horarios son a las 12:00, 17:00 y 19:00, la nocturna es a las 22:00.
A las 19:00 pasadas llego a la oficina de turismo, Por poco tiempo llego tarde pero voy a probar.
Al final me explican que la nocturna se habla más de leyendas (sin mencionar esoterismo) y la de la mañana está centrada en los sucesos más histéricos. Elijo… las dos. Pienso que es una buena manera de sacarle partido al día. Pero aún me da tiempo a dar una vuelta al pueblo viejo por la periferia (que es gratis) y localizar el sitio donde he quedado para la visita.
La vista del pueblo es impactante porque hay una buena panorámica.
Además es un camino de tierra el que lo rodea y echaba de menos algo de campo.
Después mando un mensaje a unos amigos y miro en “Booking.com” donde alojarme. En el pueblo no hay grandes cosas porque fue reconstruido por Franco cuando obligó a sus habitantes a dejar el pueblo viejo en 1954 para que se mantuviese para el recuerdo de la “barbarie roja” (con una promesa de reconstrucción que duró un par de meses antes de evaporarse).
El único edificio destacado que veo es la “Iglesia Parroquial de San Martín de Tours” que está junto al hotel de Belchite donde me alojaré.
El único hotel de Belchite se llama “Hotel Oleum” (antiguo casino) que sale sorprendentemente barato (hay uno más justo a la entrada junto a una gasolinera).
No me extraña porque esta desierto pero el servicio es muy amable y me siento en un palacio.
Me asomo a la ventana y veo la “Iglesia de San Martín de Tours”, pero no debo de retrasarme aunque voy con tiempo quiero tomar algo antes de la visita.
Tengo que apretar un poco sin llegar a correr para tomar algo. Le pregunto a la encargada del hotel donde va ella y me recomienda un bar algo más lejos del centro (pero solo unos metros). Donde me atienden estupendamente. Me atrae la visita y aunque no soy ni un escéptico ni un creyente me entretienen las leyendas o historias que me puedan contar.
Sin embargo lo que más me atrae es poder palpar la historia en estos ambientes que en determinados momentos del día se pueden sentir de una forma especial.
Nada más entrar la sensación de la calle Mayor a media luz parece facilitarte sumergirte en la situación que estas ruinas pretenden mostrar.
Hablar de la guerra es inevitable y aunque cualquiera parece saber que no es deseable en ningún caso, creo que conviene conocer, reflexionar y recordar estas situaciones para evitar encontrar alguna justificación.
Respecto a la visita, es agradable a menos que te moleste un discurso prudente pero que te pueda parecer capcioso. Además de hablar de “espíritus” cuenta la leyenda de un bandolero aragonés y otras cosas interesantes.
Todo esto, si te aíslas de la actitud de algunos visitantes bien sumergidos en el ambiente de cuarto milenio o bien disfrutas del espectáculo.